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Tus preguntas sobre los Santos

La devoción a Santa Filomena (IX) – La validez de su estatus (II)

La devoción a Santa Filomena (IX) – La validez de su estatus (II)

La elevación papal y extensión del culto público a Santa Filomena de Nola a otras partes del mundo, que incluyó la extensión de su misa y oficio a Roma y a otras diócesis con el beato Pío IX (15 de enero de 1857), el establecimiento de una archiconfraternidad y concesión de indulgencias plenarias en Francia por León XIII (24 de septiembre de 1889), y la extensión de la archiconfraternidad de Santa Filomena a la Iglesia universal ("Pias Fidelium", 21 de mayo de 1912), ilustran la aprobación papal de un culto y veneración universales a Santa Filomena, una veneración sólo apropiada, según los propios estándares de la Iglesia, al estatus de un santo. Las palabras de San Pío X en su breve apostólico que promulgó la devoción universal y pública a Santa Filomena a través de la archiconfraternidad indican una intención papal de permanencia para esa veneración universal a Santa Filomena por los creyentes cristianos en todo el mundo: “Decretamos que las presentes afirmaciones son y serán siempre vigentes, válidas, y efectivas; de este modo debe ser regularmente juzgado, y si algo procede de modo contrario, será nulo y no válido, sea cual sea su autoridad”.

Las normas para beatificación y canonización y su implementación durante el pontificado de Juan Pablo II también mostraron relevancia acerca de la cuestión del estatus eclesial de Santa Filomena. En la Constitución Apostólica de 1983, Divinus Perfectionis Magister, Juan Pablo reitera a través de su implementación de normas que cualquier martirio o virtud heroica debe ser históricamente establecida por el proceso de beatificación de un candidato, pero no ambos. De este modo, ya no era requerido un milagro para la beatificación de un mártir, pero aún se requiere para un confesor de la fe no mártir. Una vez que el martirio ha sido históricamente verificado, el candidato puede ser inmediatamente beatificado sin más evidencia de milagros o mayor documentación histórica de vida terrena de heroica virtud. Estas normas revisadas, por sí mismas, establecen que Filomena es beata únicamente en virtud de su martirio históricamente documentado, con el subsiguiente requerimiento de un milagro documentado necesario para una canonización formal, algo fácilmente solventado a la vista de sus numerosos milagros.

De los 464 santos canonizados por Juan Pablo II (Nota al pie: contando hasta el 7 octubre de 2002), aproximadamente el 80% han sido mártires, que muestra la voluntad del pontífice de ofrecer a nuestra época contemporánea testigos humanos de la primacía de la eternidad por encima de la vida presente, la trascendencia de la visión del Paraíso sobre la inmanencia que parece infectar nuestra sociedad actual de materialismo, secularismo e incluso ateísmo. Ciertamente, el testimonio de una joven mujer mártir, icono de pureza virginal y fidelidad, hablaría del mismo modo acerca de la necesidad contemporánea de ejemplos de joven santidad y pureza, especialmente para los jóvenes de nuestros días.

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