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Tus preguntas sobre los Santos

Letanía Lauretana: Kirie Eleison (II)

Letanía Lauretana: Kirie Eleison (II)

Este día de Nuestra Señora de la Paz, como había dicho, os entrego otra reflexión e imagen de la Letanía Lauretana:

En esta tercera invocación se presenta otra vez el trono de Dios con el Santísimo Sacramento, que también es el trono de María. Este es aquel trono a cuya visita nos convida el Apóstol, diciendo: “Lleguémonos confiadamente al trono de la gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar el auxilio de la gracia para ser socorridos a tiempo oportuno” (Hebreos 4, 16. Texto de la estampa). Si bien estas palabras deben aplicarse á Cristo, como autor de la gracia, pueden igualmente referirse al trono de María, la cual, siendo llena de gracia, es la llave de los tesoros celestiales; y sin ella difícilmente puede penetrarse hasta el encerrado y precioso tesoro de la gracia y de la divina clemencia.

A la manera que el trono de Salomón estaba guardado por leones, según dice el sagrado texto (3 Reg, 10), así el trono de María se representa en esta lámina rodeado de tales animales, que simbolizan la noble fortaleza, como quiera que quien se llega al trono de María obtiene del Señor, por su intercesión, el don de fortaleza, el cual haciéndole vencer su propia debilidad le predispone para vencer y arrollar a los incansables enemigos de su alma y de su felicidad: al mundo con sus encantadoras falacias, a la carne con sus estímulos y rebeldías, y al demonio con sus fatales astucias y sugestiones malignas.

¡Oh, con cuánta oportunidad y acierto obra el infeliz pecador, que se refugia a este trono de la gracia y sabe clamar a María, y hace violencia en cierto modo a sus maternales entrañas con aquellas palabras que Abraham por miedo a la muerte dijo a su esposa Sara!: “Di pues, te ruego, que eres hermana mía” (Gen 12). Digámosle también nosotros, animados de la más tierna confianza: ¡Oh, criatura prodigiosa! ¡Oh espejo sin mancha! díle, te rogamos, al Señor, que eres nuestra hermana, que llevas nuestra misma naturaleza, si bien exenta de pecado, para que nosotros vivamos por tu respeto, cuando nos veas clamar ante su trono: “Señor, ten piedad de nosotros”

ORACION: ¡Oh clementísimo Dios! yo reconozco confuso y adoro agradecido vuestra inefable misericordia derramada tantas veces y con tanta abundancia sobre los más miserables pecadores. Concedédmela, os ruego, tan cumplida como la otorgasteis a David apenas exhaló aquel profundo suspiro y penitente palabra: “pequé”; tan generosa cual la experimentó Zaqueo, cuya familia salvasteis con vuestra visita; tan entera como la disteis a Pedro, recibiéndole en vuestra gracia después de la triple negación; tan pronta, en fin, como la concedisteis al buen Ladrón, prometiéndole en el acto el perdón y la gloria. Así os la pido, y animado con la intercesión de vuestra querida Madre, os la imploro, diciéndoos: “Señor, ten piedad de nosotros”.

Súplica anterior: Christe Eleison.


 LETANÍA LAURETANA DE LA VIRGEN SANTISSIMA,
EXPRESADA EN CINCUENTA Y OCHO ESTAMPAS,
e ilustrada con devotas meditaciones y oraciones,
QUE COMPUSO EN LATIN FRANCISCO XAVIER DORNN,
predicador en Fridberg,
Y QUE TRADUJO UN DEVOTO.

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