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Tus preguntas sobre los Santos

San Pedro Apóstol

San Pedro y sus dos cátedras

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Pregunta:
Hola. Me puedes explicar que significa eso de la “catedra” de San Pedro?


Respuesta: Lo intentaré. Ya veremos el resultado. La palabra "cátedra" significa asiento y de ahí viene la palabra “catedral”, la iglesia donde un obispo tiene su sitial, desde el que predica (sí, el obispo en su catedral debe predicar desde allí). Pero el término va más allá del lugar físico de la silla o trono (el aspecto de trono comenzó a evitarse desde el Concilio Vaticano II) para indicar la "sede”, o sea el lugar en general desde el cual el obispo gobierna su territorio. Y más allá aún, en su sentido simbólico; la cátedra de San Pedro, cátedra del papa, obispo de Roma, no es el asiento físico, la silla, sino el vínculo que recuerda y actualiza el magisterio del sucesor de Pedro en la Iglesia.

El origen de esta celebración de la cátedra de San Pedro (o sea, la celebración del ministerio petrino en la Iglesia) se remonta al siglo IV. Lo primero que hay que decir es que el 22 de febrero se conmemoraba la cátedra de San Pedro en Antioquía, su primera sede como obispo. La cátedra romana se celebraba el 18 de enero (1), y luego fue pasada al 22 de febrero, eliminado la de la cátedra antioquena. Se fundieron ambas fiestas en una sola, llamada “La” cátedra. Se hizo, precisamente, para enfatizar el ministerio de San Pedro y el papa, su autoridad y enseñanza, más que los lugares físicos donde se desarrolló este ministerio.

El origen de elegir este día, los antiguos lo justificaban románticamente, diciendo que el 22 de febrero fue el día en que San Pedro hizo su confesión de fe en el Mesías y el Señor le confió las llaves del Reino de los cielos (Mateo 16, 13-19). Pero esto es solo una de las coincidencias forzosas gustadas por teólogos y predicadores medievales. Ya aparece el martirologio romano en 354. Según Butler, este día se habría elegido en el Norte de Europa, donde el año comenzaba el 27 de febrero, para dar un nuevo sentido a algunas celebraciones paganas en las que se hacían banquetes para recordar a los fallecidos durante el año, y a los que, en efigie, se les sentaba en lugares honoríficos. También era costumbre romana esta, de acabar el año recordando a los difuntos, así que no se por qué Butler tuvo que “irse al norte” para explicarlo. Es probable, según los Bolandistas, que los cristianos, que también recordarían a sus familiares, unieran a San Pedro en esta conmemoración de los difuntos y el motivo es que San Pedro había tenido su cátedra allí. Es sabido que las comidas fúnebres duraron en el cristianismo se realizaron en las catacumbas y permanecieron hasta bastante adentrado el siglo V o más, así que es muy probable que esta conmemoración de la "Cathedra Petri”, fuera realmente junto a una silla puesta para el difunto al que se honraba. Y así, una celebración familiar pasara a una celebración comunitaria y litúrgica en torno a San Pedro.

Con el tiempo y el afianzamiento del papado, la sede petrina no solo fue por el magisterio, sino que un sitio físico y tangible: el trono ocupado por el papa recubría la misma silla que había usado San Pedro (¿tal vez la silla que podría haber sido utilizada en las celebraciones antes descrita?, quien sabe, ¿no?) Lo que está claro es que allí, en el Vaticano, lo que hay es un trono que Carlos el Calvo, nieto de San Carlomagno (28 de enero) regaló a Juan VIII en 875 y que se superpuso sobre la existente, no de San Pedro, ciertamente, sino del siglo VI. Más que la autenticidad, lo que importaba era el mensaje simbólico que trasmitía. Por eso siempre se le rodeó de veneración y belleza. La fiesta fue extendida a toda la iglesia en 1558 por Pablo IV. En la imagen, la escultura de bronce de la Basílica de San Pedro de Roma, revestida de pontifical, para la fiesta del 22 de febrero.


(1) En esta misa, de Rito Doble, lo que hoy sería fiesta, se incluía una conmemoración de San Pablo, luego de la oración colecta. Así, ni en la festividad del ministerio petrino, se olvidaba a su compañero.

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La sombra de San Pedro

La sombra de San Pedro

Pregunta: Hola Ramón. Quisiera preguntarte sobre la oración de la sombra del Señor San Pedro, si es una devoción católica, o no, o si sólo es una desviación media extraña la de esta devoción. Gracias. Espero tu respuesta.

Respuesta: Hola. Algo sabía ya de esta devoción sobre la que me preguntas.

Primero me gustaría hacer una introducción:
La Biblia (Hechos 5. 15) dice que las gentes "sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos". Esto demuestra la confianza del pueblo en los apóstoles, tanto en su mensaje como en sus personas. El contacto personal, el tocar, y sobre todo, la mediación, la intercesión era importante (y sigue siendolo) en la fe cristiana, en la devoción de la Iglesia y todo el pueblo.

Está claro que no es la sombra de San Pedro (29 de junio y 22 de febrero) quien sana, sino el mismo Dios, que usa de sus mediaciones, en este caso su Apóstol. Es el tema de la eterna incomprensión protestante: Si Dios no necesita mediadores ¿por que los utiliza? Aún no tienen respuesta a esta cuestión. Es evidente que si este buscar a los amigos de Dios fuera malo o supersticioso, el mismo San Pedro lo habría prohibido, pero él era consciente que, sin merecerlo, Dios actuaba por su medio.

Un poco más allá, en Hechos 19.12 nos encontramos esto "Dios obraba por medio de Pablo milagros no comunes, de forma que bastaba aplicar a los enfermos los pañuelos o mandiles que había usado y se alejaban de ellos las enfermedades y salían los espíritus malos". Esto es más "fuerte" aún, se trata de verdaderas reliquias... paños que han tocado a alguien santo, que trasmiten el poder de Dios. ¿Son los paños? ¿Es acaso San Pablo? No: es Dios. Pero, por qué, si Dios no necesita eso? La respuesta solo es una: La Iglesia, todos y cada uno de su miembros, media por todos y cada uno de sus miembros.

Ahora, amiga mía, aunque el hecho de "la sombra" de San Pedro es plenamente histórico, aparece en los Hechos de los Apóstoles, la oración y la devoción como tal tiene ciertos toques de superstición. Es de notar que aquellos hombres se apegaban a la sombra de San Pedro, porque lo tenían presente, pero en nuestro caso, no tiene sentido alguno, su "sombra" literal no la tenemos, pero tenemos algo mejor: su presencia ante Dios, orando por nosotros y protegiéndonos. Si San Pedro, en la tierra ya actuaba así, pues en el cielo ¡cuanto mejor no lo hará!

De todos modos, la llamada oración "de la sombra" de San Pedro no se dirige como tal a la sombra, sino al Apóstol y no tiene nada malo, lo malo estaría en la intención de quien la diga. Por eso, aquí se la pongo:

Librame Pedro Divino por tu caridad y amor;
hoy salgo yo al camino, gran Apóstol del Señor.
Te pido, Apóstol Sagrado que tan solo al invocarte,
si me veo atribulado tu siempre estés de mi parte.
En cualquier peligro grave, en cualquier triste aflicción,
donde quiera que yo ande, Pedro, pon tu protección.

Pues una merced te pido, por tu sombra refulgente,
son muchos los enemigos que me siguen diariamente.
De un asalto en el camino en la hora desastrada,
cúbrenos Pedro divino, con tu sombra tan sagrada.
Cuando yo al camino salga y me asalte el malhechor,
allí tu sombra me valga en el nombre del Señor.

Tú de Dios fuiste elegido para ser su secretario,
Apóstol Señor San Pedro, sírveme de relicario.
En la mansión de la tierra, en cualquier trance o peligro
de persecución o guerra líbrame, Pedro divino.
Haz que Dios goce en el Cielo, por ti todo bien se alcanza,
ábreme las puertas Pedro de la bienaventuranza.

Tú seas mi custodio y guía por donde quiera que salga.
En la noche o en el día, siempre tu sombra me valga.
Te pido con eficacia, Príncipe Apóstol Sagrado,
que no pierda yo la gracia, y que no muera en pecado.
Por aquel grande dolor cuando tu arrepentimiento,
Pedro, Apóstol del Señor, líbrame a cada momento.

Cuando mi alma perdonada sea de culpa inmortal,
no me niegues tú la entrada a la patria celestial.
Ruega al Señor por nosotros que te hacemos petición,
favorece a los devotos que rezan tu devoción. Amén.