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Tus preguntas sobre los Santos

Santa Susana de Roma

Santa Susana de Roma (II)

Santa Susana de Roma (II)

Continuamos el artículo sobre esta santa tan controvertida hablando de las evidencias históricas y arqueológicas de su existencia, más allá del relato piadoso de su martirio, que como decía no tiene ningún valor documental.

La noticia más antigua sobre ella data de un verso del poeta Claudio Claudiano, que en 401 escribía con ironía: “Sic ope sanctorum non barbarus inruat Alpes /sic tibi det vires sancta Susanna suas”.  Algunos hagiógrafos, sin embargo, no lo consideran válido para probar la existencia de la Santa al tratarse de una interpolación tardía. En el Martirologio Jeronimiano aparece conmemorada el 11 de agosto, y en el códice Bernense leemos: “Ad duas domus iuxta duo clecinas [en dos casas junto a las termas de Diocleciano] natalis sc. Susannae”.

Desde los inicios del s. V ya era venerada en Roma, pero en un titulus –lugar sagrado- llamado Santa Susana, y no en ninguna catacumba. Esto hace aumentar las sospechas sobre la existencia de la Santa, porque este mismo lugar a fines de ese siglo era llamado titulus Gaii (sínodo del año 499) y a finales del siglo VI (sínodo de 595) volvió a llamarse titulus Sancta Susannae, hasta finales del siglo VIII. Era frecuente que los nombres de estos tituli cambiaran de un siglo a otro. Es probable que para explicar este cambio se inventara una passio en la que convierten a Susana en hija de Gabino y sobrina de Cayo, a quien hace referencia el otro nombre. El martirio de la joven ya lo conocemos, según la passio fue ajusticiada por rechazar la orden de contraer matrimonio según las disposiciones del emperador y por no querer sacrificar a Júpiter. El texto dice literalmente que fue ejecutada “intra domum suam iuxta domum Gaii episcopi… Ab eodem die coepit beatus Gaius episcopus in eandem domun introire, ubi gladio fuerat percussa et sacrificium Domino Deo offerre pro conmemoratione beatae Susannae populo. Quia domus ad domum beati Gabini presbyteri iungebatur beati Gaii episcopi… et statio depurate in duas domos quod est usque in hodiernum diem”.

Es decir, que Susana fue muerta en su propia casa, cercana a la de Cayo, y en honor a su sacrificio Cayo oficiaba misa en ese lugar, el titulus del que hablábamos. Muerta la joven, como decíamos, fue enterrada “iuxta sanctum Alexandrum, iuxta civitatem Fliginas, tertio Idus augustas”. Le fecha de la passio coincide con la del Martirologio Jeronimiano: el 11 de agosto. Pero quedaría saber qué es la civitas Fliginas, desde luego, no se trata de la catacumba de San Alejandro. Algún autor ha dicho que se trataría de un lugar en la Vía Salaria, junto a las catacumbas de Giordano, donde llevaron el cuerpo de la mártir en el siglo V. Pero no hay pruebas que lo sustenten y por tanto es inverosímil.

Vista la complejidad de estas controversias se barajaron tres hipótesis:

1.- La Santa está perfectamente identificada con el nombre del titulus, es una persona real y está enterrada allí, venerada como mártir.

2.- Se trata, en realidad, de Santa Susana la de Cusa, personaje evangélico mencionado en Lc,8,3.

3.- Es la Casta Susana, mujer bíblica de la que habla el profeta Daniel.

La realidad es que ninguna de las tres hipótesis puede ser aceptada como válida. No se ha estudiado suficientemente el tema de los tituli y no se sabe explicar el cambio de nombre. Por eso, las hipótesis más actualizadas hoy en día son:

1.- Que el Martirologio no indica el dies natalis – o sea, fecha de martirio- de una Santa, sino la dedicación del titulus con las reliquias de una mártir auténtica, como es el caso de los Cuatro Santos Coronados.

2.- La passio no tiene valor histórico y alguien la escribió para intentar demostrar que conocía el lugar donde fue enterrada la Santa en el siglo V, pero es inverosímil.

3.- La tal civitas Fliginas podría coincidir con la actual ciudad de Coazzo, en la Via Nomentana, donde en el siglo VIII existía, efectivamente, la catacumba de San Alejandro.

4.- La versión del Martirologio Jeronimiano se copió al resto de martirologios históricos, incluido el Romano, desde un artículo de Usuardo, que creyó la passio al pie de la letra.

En resumen
Hoy día aún no se ha podido probar si Santa Susana es real o ficticia, ya que ninguna prueba es lo bastante consistente como para optar por una posición u otra. Se dice que su cuerpo, traído desde la catacumba, está enterrado en la cripta de la iglesia de Santa Susana alle Terme di Diocleciano, en Roma, junto con el de su padre San Gabino, y el de la también mártir romana Santa Felicidad.

Meldelen

Santa Susana de Roma (I)

Santa Susana de Roma (I)

Esta virgen y mártir, celebrada el 11 de agosto, es una santa bastante conocida de la que, sin embargo, se ha escrito una passio muy fantasiosa que merece poco crédito. Son muy antiguos los testimonios históricos martiriales que existen sobre ella, pero constituye un intrincado y difícil problema hagiográfico que ha acabado por enmascarar su existencia histórica.

La tradición dice que era hija de de San Gabino y sobrina del papa San Cayo. Era una familia muy próxima a Diocleciano formada por cuatro hermanos, Gabino y Cayo, cristianos, y Claudio y Máximo, que servían al emperador. Susana había nacido en Dalmacia pero al poco de mudarse la familia a Roma, su madre falleció y Gabino, con el tiempo, se ordenó sacerdote. La niña demostró ser laboriosa e inteligente desde muy corta edad y a los doce años mostraba gran interés por las Sagradas Escrituras y comentaba los textos de los Santos Padres. A los quince años de edad consagró su virginidad a Cristo.

Por aquel entonces murió Valeria, esposa del César Galerio e hija de Diocleciano, y al quedar viudo pensó el emperador en buscarle otra esposa, y escogió a Susana. Encomendó a Claudio, primo suyo, que hablara con Cayo y Gabino acerca del matrimonio, pero éste se encontró con la negativa de la joven y, convencido por los argumentos de sus parientes, se acabó convirtiendo al cristianismo.  Como no volviera a Diocleciano, éste mandó entonces a Máximo, aconteciendo el mismo resultado: que en lugar de convencer a Susana para que aceptase el matrimonio, acabó convertido por ella. 

Un esclavo de Máximo dio entonces noticia al emperador de lo que había pasado. Montando en cólera, Diocleciano dio la orden pública de desterrar a Claudio, a su esposa Prepedigna y a sus dos hijos, y también a Máximo; pero en realidad fueron todos quemados vivos en Ostia y sus cenizas echadas al mar. Luego encarceló a Gabino y a Susana, a la que, tras un tiempo, mandó sacar de prisión y poner bajo la custodia de su esposa, la emperatriz Prisca, con la orden de que la convenciera de aceptar a Galerio en matrimonio.  Pero siendo la emperatriz también cristiana, no hizo nada en este sentido. Diocleciano envió a Susana a su propia casa y autorizó a Galerio a asaltarla y violarla, para que por vergüenza no le quedara más remedio que casarse con él. Pero cuando la atacó surgió ante él un brillante ángel que defendió a Susana y ahuyentó al agresor.

Habiendo desistido ya del proyecto de matrimonio, pero decidido a castigar a Susana por su desobediencia, Diocleciano envió a un ministro suyo, Macedonio, para que forzara a la joven a sacrificar al dios Júpiter. Apenas giró el rostro Susana, apartando la vista del ídolo, éste desapareció de su pedestal y apareció hecho pedazos en la calle. Montando en cólera, Macedonio abofeteó y azotó a la joven, salió y logró una orden de ejecución del emperador, y regresando a donde estaba ella, la decapitó. Era el 11 de agosto del año 295. La emperatriz recogió el cadáver de la joven y la enterró en las catacumbas de San Alejandro. En cuanto a Gabino, murió seis meses después, consumido por la estancia en la cárcel. El papa Cayo siguió celebrando misa en la casa de Gabino y Susana en honor a su martirio, y con el tiempo surgió sobre ella la actual iglesia de Santa Susana en Roma.

El problema que plantea la passio es que está llena de errores históricos y el discurso es totalmente literario. El relato está construido de acorde a intenciones edificantes y piadosas que para nada deben considerarse realidad histórica. Por ejemplo, resulta ridículo el ir y venir de personajes tratando de convencer a la joven de que acepte el matrimonio con el César, cuando en la antigua Roma ni siquiera a las mujeres más encumbradas se les consultaba ni pedía opinón ninguna a la hora de entregarlas en matrimonio.

Además, la hija de Diocleciano, Galeria Valeria, murió en el año 315 y fue esposa de Galerio desde el año 293 hasta su muerte, lo que no casa con la cronología de la passio.  Ella y su madre, la emperatriz Prisca, fueron ejecutadas por orden de Licinio en este año, cuando ya había muerto Diocleciano. Y si bien se ha dicho que madre e hija eran cristianas en secreto, la realidad que ha podido probarse es que eran simpatizantes con los cristianos, lo que no quiere decir que ellas mismas lo fueran.

Por último, hubiera sido un auténtico escándalo que a miembros de la familia imperial, como son considerados Claudio, Prepedigna, Máximo y sus parientes, se les quemara vivos; y además en un lugar público tan concurrido como el puerto de Ostia.

Sin embargo creo que es más útil pasar a hablar de las evidencias arqueológicas y escritas de la existencia de la Santa más allá del relato legendario de su martirio, pero lo dejaré para el próximo artículo, por no alargar más éste.

(En la imagen, ilustración de Santa Susana pisoteando los restos del ídolo pagano, para la edición breve de “The Lives of the Saints”, por el rev. Alban Butler).

Meldelen