¿Asunción o Dormición de María?

Pregunta: Esta vez quisiera hacerle una pregunta sobre la fiesta de la Asunción de la virgen. Muchas personas dicen que la celebración ortodoxa de la Dormición de la Theotokos y la fiesta Catolica de la Asunción de la Virgen son la misma cosa, pero yo no estoy seguro, ya que los ortodoxos resaltan el hecho de que la virgen se "durmio" (murio) en Cristo, pero los catolicos resaltan que la virgen fue, si se podria utilizar el termino "arrebatada" (como lo utilizan los evangelicos) o llevada a los cielos en cuerpo y alma. Bolivia.
¿Nosotros celebramos tambien la dormición de la virgen?
¿son la misma celebración la dormicion y la asuncion?
¿cuales son las principales diferencias?
(en la imagen, la bellisima Asunción que se venera en Guanabacoa, la Habana Cuba. Para verla más grande, da clic aquí)
Respuesta: Vamos por puntos y perdone lo extenso de la respuesta, pero lo requiere el tema.
1. No es lo mismo la Dormición, que la Asunción: La Dormición hace referencia al modo de dejar la vida de la Virgen María, mientras que la Asunción refiere a lo que pasó después, esta es la diferencia. Sí que están relacionados ambos hechos, como, por ejemplo, el Nacimiento de Cristo y la adoración de los pastores.
2. En occidente la Dormición no ha sido nunca una celebración propia, pero sí la Asunción, puesto que la Iglesia ha hecho más incapié en las consecuencias de su tránsito, que en el tránsito mismo (para poner un ejemplo, no tiene igual importancia el entierro de Cristo, que su consecuencia final, la Resurrección). O sea, la glorificación de María, por parte de Dios, en los cielos, y no tanto en la manera en que se realizó. En Oriente sí que conceden importancia a la Dormición, como tal, haciendo referencia a la impecabilidad de la Virgen María, que no habría muerto, sino que "se habría dormido dulcemente", pero también señalan su Asunción gloriosa. Además, los orientales fueron los primeros en celebrar litúrgicamente esta festividad, en la que celebraban donde se celebraba "la muerte, resurrección y asunción de María". El emperador Mauricio decretó se celebración el 15 de agosto para todo el imperio; atención, sólo fijó una fecha, no “inventó” la fiesta, ya que esta se celebraba desde antes. En cuestiones litúrgicas las imposiciones a la Iglesia no han prosperado jamás.
3. Hay una marcada diferencia en ambos enfoques, y está en el origen de la creencia firme de la Iglesia sobre el tránsito de María, y es que la Iglesia católica, aun reconociendo el texto apócrifo que narra la muerte de María, con cantidad de alusiones simbólicas y milagrosas, no se basa en él para definirse a favor de la Asunción, sino que lo hace desde la teología, viendo la Asunción no como un premio personal (cosa que sí hacen los orientales) sino como una causa necesaria y directa de la Inamculada Concepción, así como del papel de María en la Iglesia.
4. La primera referencia de la Asunción la encontramos en el siglo II, pues los parientes de la Virgen que vivían en Magdala, de tendencias ebionito-católicas, celebraban en Getsemaní la "Traslación de la Gran Pariente", que había sido enterrada en una gruta excavada en la roca. Este relato contiene ya visos de la certeza de la Divinidad de Cristo y la Trinidad, y compara la traslación de María como las de Enoc y Elías al Paraíso, o sea, "asunciones". Ya entre los siglos IV-V se conmemoraba la Dormición de María (curiosamente, se tiene noticia de ello por la negación del hecho que hacen los monofisitas). En los siglos V-VII, por, la influencia latina, la tendencia pasa más a celebrar la Asunción, más que la Dormición, de María. Así que nada de que "es un culto pagano cristianizado" nada más falso, sobre esto se ha escrito mucho, y mucha bobería, por cierto.
5. Punto importante: ¿Murió o "se durmió" la Virgen María?. Este es el tema más controversial entre ambas visiones de la Asunción, y conviene intentar entender:
a) Lo primero es que la muerte no es condición esencial para la Asunción, así que bien podría ser solo una "Dormición".
b) El Dogma de la Asunción no dejó definido si murió realmente la Virgen. En esa época no había consenso entre los teólogos y Pío XII solo definió lo importante: María subió a los Cielos gloriosa en cuerpo y alma. Esta "no mención" de la muerte no niega el hecho de la muerte de María, solo que no se afirmó solemnemente, como verdad de fe, que todos los creyentes debían admitirla. Hoy en día hay más consenso entre los teólogos en sostener la muerte real de María, sin que ello menoscabe suglorificación, y Juan Pablo II era claramente cercano a esta postura “existe una tradición común que ve en la muerte de María su introducción en la gloria celeste”. (25-junio-97)
Razones a favor de la muerte natural:
a) La misma Bula Munificentissimus Deus de Pío XII (sobre el Dogma de la Asunción), aunque ya vimos que no propone como dogma la muerte de María, dice: “Los fieles, siguiendo las enseñanzas y guía de sus pastores ... no encontraron dificultad en admitir que María hubiese muerto como murió su Unigénito. Pero eso no les impidió creer y profesar abiertamente que su sagrado cuerpo no estuvo sujeto a la corrupción del sepulcro y que no fue reducido a putrefacción y cenizas el augusto tabernáculo del Verbo Divino” (Pío XII, Bula Munificentissimus Deus). O sea, que deja claramente expresado que no hay contradicción entre muerte, resurrección y asunción.
b) En realidad, tanto las Iglesias Griega o Latina reconocían, no solo como posible, sino como regla, la muerte de María, aunque en la liturgia se le llamase "Dormición", "Sueño" o "Tránsito" de Nuestra Señora. Se indicaba esa denominación no utilizada para todas las muertes, para indicar, precisamente su resurrección inmediata y Asunción a los Cielos”. Es común estas ponderaciones de los hechos de Cristo o María, pensemos en La Natividad, la Visitación, Presentación...
La tradición recoge estos textos:
Santiago de Sarug: “El coro de los doce Apóstoles cuando a María le llegó el tiempo de caminar por la senda de todas las generaciones, es decir, la senda de la muerte, se reunió para enterrar el cuerpo virginal de la Bienaventurada”.
San Modesto de Jerusalén: después de hablar largamente de la “santísima dormición de la gloriosísima Madre de Dios”, concluye exaltando la intervención prodigiosa de Cristo que “la resucitó de la tumba” para tomarla consigo en la gloria .
San Juan Damasceno: “¿Cómo es posible que aquélla que en el parto superó todos los límites de la naturaleza, se pliegue ahora a sus leyes y su cuerpo inmaculado se someta a la muerte?. Ciertamente, era necesario que se despojara de la parte mortal para revestirse de inmortalidad, puesto que el Señor de la naturaleza tampoco evitó la experiencia de la muerte. En efecto, El muere según la carne y con su muerte destruye la muerte, transforma la corrupción en incorruptibilidad y la muerte en fuente de resurrección".
Esta oración del día de la Asunción, vigente hasta 1950 es muy aclaratoria: "Ayúdenos con su intercesión saludable, ¡oh, Señor!, la venerable festividad de este día, en el cual, aunque la santa Madre de Dios pagó su tributo a la muerte, no pudo, sin embargo, ser humillada por su corrupción aquélla que en su seno encarnó a tu Hijo, Señor Nuestro”.
Teológicamente es más aceptable la muerte que la inmortalidad mariana, y dice Juan Pablo II:
"Reflexionando en el destino de María y en su relación con su Hijo Divino, parece legítimo (decir) dado que Cristo murió, sería difícil sostener lo contrario por lo que se refiere a su Madre”. (25-junio-97)
"El hecho de que la Iglesia proclame a María liberada del pecado original por singular privilegio divino, no lleva a concluir que recibió también la inmortalidad corporal. La Madre no es superior al Hijo, que aceptó la muerte, dándole nuevo significado y transformándola en instrumento de salvación". (25-junio-97)
“María, implicada en la obra redentora y asociada a la ofrenda salvadora de Cristo, pudo compartir el sufrimiento y la muerte con vistas a la redención de la humanidad”. (25-junio-97)
“La experiencia de la muerte enriqueció a la Virgen: habiendo pasado por el destino común a todos los hombres, es capaz de ejercer con más eficacia su maternidad espiritual con respecto a quienes llegan a la hora suprema de la vida”. (25-junio-97)
Concluyendo este largo punto: La muerte de María nos sirve de ejemplo y consuelo. María debió morir para enseñarnos a bien morir y dulcificar con su ejemplo los supuestos terrores de la muerte. Los recibió con calma, con serenidad, aún más, con gozo, mostrándonos que no tiene nada de terrible la muerte para aquéllos que en la vida han cumplido la Voluntad de Dios.
Y termino con la palabras solemnes y emotivas (el papa lloró al pronunciarlas, conmoviendo a muchos obispos y fieles) con que Pío XII definió el dogma:
...proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial.