La devoción a Santa Filomena (II) milagros y decretos papales
La excepcional cantidad de milagros que resultaron de las peticiones a la mártir invocada como “Filomena”, inicialmente por los fieles suritálicos, y poco después por personas de diversos países, ha sido documentada en diversos informes eclesiásticos. La extensiva documentación del Santuario de Santa Filomena en la iglesia de Nuestra Señora de Gracia en Mugnano y la documentación para los procesos de beatificación y canonización de Jean Vianney en Ars, registran la notable cantidad de milagros atribuidos a la intercesión de Santa Filomena, que incluía la milagrosa cura del propio Vianney.
En 1833, el obispo Anselmo Basilici de la diócesis de Nepi y Sutri solicitó de la Santa Sede una fiesta y oficio en honor a Santa Filomena, con el ordinario local de Nola habiendo preparado una lección para el breviario en su honor. La petición de Basilici recibió el apoyo de un número significativo de obispos italianos, a pesar de su status inusual, debido a la ausencia de Santa Filomena en cualquier martirologio o en cualquier otra fuente histórica. (Nota de la traductora: parece que el Dr. Miravalle no está al corriente de la mención de una Santa Filomena virgen el 7 de julio en el Martirologio Romano de 1587 y en su reedición de 1772, véase http://preguntasantoral.blogia.com/2009/053101--otra-santa-filomena-.php).
El nombre del loculus, Filumena, y los ubicuos milagros obtenidos a través de su intercesión testificados por numerosas autoridades eclesiásticas bastaron para la mayor parte de la hierarquía italiana para justificar la legitimidad de la petición. El 6 de septiembre de 1834, la Congregación de Ritos envió al papa Gregorio XVI la petición formal para la aprobación del oficio y misa en honor a Santa Filomena, virgen y mártir, debido a la repetida petición para este culto litúrgico y veneración por diversos prelados.
El 17 de junio de 1835, la Congregación de Ritos también incluyó categóricamente un milagro documentado enviado por el obispo Basilici y otros obispos y sacerdotes, que testificaron la multiplicación del polvo de hueso obtenido de los sagrados restos. En el dossier enviado a la Congregación, numerosos obispos y clérigos testificaron la inexplicable multiplicación de polvo de hueso procedente de unos pocos gramos (“una pizca”) que sirvió para llenar cientos de relicarios sin que el montón original experimentara ninguna merma en cantidad. Otros experimentos fueron llevados a cabo con numerosos testigos civiles y eclesiásticos, sólo para observar y testificar el mismo fenómeno de multiplicación.
La documentada cura de la Venerable Pauline Jaricot, fundadora de la Sociedad para la Propagación de la Fe, que tuvo lugar en la tumba de Filomena en Mugnano, ocurrió con conocimiento e implicación próxima del papa Gregorio XVI. El pontífice se encontró con Jaricot en Roma cuando ella estaba gravemente enferma de una afección cardíaca y oyó de la propia Jaricot su intención de viajar a Mugnano con el propósito específico de pedir la curación a la mártir Filomena y para servir como supernatural manifestación del deseo de Dios de tener la mártir elevada a la veneración litúrgica de altar. La cura documentada tuvo lugar el 10 de agosto de 1835, con una completa e instantánea curación de Jaricot que le dio la salud cardíaca y total. Jaricot volvió inmediatamente a Roma y durante un año estuvo en observación por el papa Gregorio con tal de verificar la perdurabilidad de la milagrosa cura. Este milagro constituyó el ímpetu final para el Pontífice a la hora de ascender la devoción popular de la mártir al estatus de veneración litúrgica pública en esta manifestación de santidad eclesiásticamente aprobada.
El 30 de enero de 1837, Gregorio XVI estableció un solemne decreto pontificial confirmando el informe de la Congregación de Ritos autorizando su culto público y aprobando el oficio, Misa Común de una virgen mártir con una adecuada cuarta lección en maitines en honor a Santa Filomena, virgen y mártir del 11 de agosto. Esta aprobación papal de la devoción litúrgica pública fue primero autorizada al clero de la diócesis de Nola, y más tarde se hizo extensa a otras diócesis, incluida la de Roma. La cuarta lección oficialmente inserta en el Breviario en honor litúrgico a Santa Filomena el 11 de agosto da información del hallazgo de sus restos en las catacumbas de Priscila, su estatus de mártir, la rápida expansión de su extensa devoción entre los fieles debido a su milagrosa intercesión, y el permiso de Gregorio XVI de celebrar litúrgicamente su oficio y misa en su honor (como se presenta aquí):
DIE XI AUGUSTI
IN FESTO S. PHILUMENAE
Virginis et Martyris
In II NOCTURNO – LECTIO IV
Inter cetera martyrum sepulcra, quae in coemeterio Priscillae ad viam Salariam reperiri solent, illud exstitit quo repositum fuerat sanctae Philumenae corpus, uti ex tumuli inscriptione, tribus laterculis apposita, perlegebatur. Licet vero inventa fuerit phiala sanguinis, et alia descripta conspicerentur martyrii insignia, dolendum tamen est res ab eadem gestas actaque ac genus martyrii quod ipsa fecit obscura perstitisse. Ceterum ubi primum sacrum hoc corpus, ex beneficentia Pii septimi initio pontificatus ejus acceptum, cultui fidelis populi propositum fuit Mugnani in Nolana dioecesi, ingens illico famae celebritas ac religio erga sanctam martyrem percrebuit, praesertim ob signa quae ejusdem praesidio accessisse undique ferebatur. Hinc factum est ut complurium antistitum cultorumque martyris postulationibus permotus Gregorius decimus sextus pontifex maximus, universa rei ratione mature perpensa, festum ejusdem cum Officio et Missa in memorata Nolana dioecesi et alibi agendum benigne permiserit.
C.M Episcop. Praenest. Card. PEDICINIUS;
S. R. E. Vice- C. S.R.C. Praef.;
V. PESCETELLI S. Fidei Promotor.
En suma, el papa Gregorio XVI en un decreto papal, garantizó la aprobación oficial del culto litúrgico y, de este modo, reconocimiento eclesiástico oficial a la santidad de Santa Filomena, virgen y mártir. El pontífice, completamente al corriente de la ausencia de cualquier dato histórico acerca de la santa mártir “Filumena”, le garantizó los privilegios de la veneración litúrgica pública basándose en la gran cantidad de milagros documentados eclesiásticamente y reconocidos como acontecidos a través de su intercesión directa.
El decreto oficial de Gregorio XVI en reconocimiento papal del status de Santa Filomena como merecedora del culto litúrgico refuerza la profunda verdad de que más importante que la documentación histórica de la vida terrena de Filomena es la documentación de su poderosa intercesión por la Iglesia sancionada por el mismo Dios. Quien fuera esta temprana mártir cristiana y sin importar las particulares circunstancias de su vida y muerte, Dios está complacido con las oraciones de petición ofrecidas en el nombre de “Santa Filomena”, a las cuales Él ha respondido generosamente a los fieles cristianos garantizándoles abundantes favores celestiales.
La histórica abundancia de milagros da fe del deseo de Dios de promover la devoción a la persona que está detrás del nombre de Filumena, sin importar la ausencia de una historia documentada de su vida terrena. La primacía de esta importancia de su actual intercesión por el Pueblo de Dios en nuestros tiempos, por encima de los detalles de su vida terrena en tiempos antiguos, es lo que el Papa y la Iglesia confirmaron al elevar a Santa Filomena al nivel de veneración litúrgica pública, el inicio de su proceso de reconocimiento público como santa y como mártir.
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