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La devoción a Santa Filomena (III) – Decretos magistrales y testimonio hagiográfico

La devoción a Santa Filomena (III) – Decretos magistrales y testimonio hagiográfico

Decretos Magistrales pertenecientes a la Devoción a Santa Filomena

De la aprobación litúrgica de Gregorio XVI a los decretos papales de San Pío X, diecinueve actas de la Santa Sede en el curso de cinco pontificados sucesivos permitieron y facilitaron la promoción de la devoción popular a Santa Filomena, expresada en la elevación en rango cultos litúrgicos, aparición de confraternidades y archiconfraternidades, y la garantía de plenarias y parciales indulgencias.

Diversos actos de la Santa Sede muestran particularmente la aprobación del Magisterio y la promoción de la devoción eclesial a esta santa mártir cristiana. Más allá de la elevación a rango de misa y oficio previamente garantizado por Gregorio XVI, el beato Pío IX aprobó una misa concreta y oficio dedicado a Santa Filomena con la confirmación papal del decreto previamente publicados, Etsi decimo el 31 de enero de 1855, una elevación litúrgica significativa, a pesar de que su nombre nunca entró en el Martirologio Romano. (Nota de la traductora: insisto de nuevo en el desconocimiento del Dr. Miravalle de la referencia a Santa Filomena virgen el 7 de julio). La garantía de una misa específica y un oficio a Santa Filomena, que tuvo lugar después del regreso del Beato Pío IX de un peregrinaje papal a Mugnano durante su forzado exilio de Roma, fue un acto sin precedentes en honor a una mártir cristiana conocida sólo de nombre y de evidencia de martirio. El Beato Pío IX también concedió indulgencias parciales y plenarias a las devociones en honor a Santa Filomena en el Santuario de Mugnano.

El papa León XIII concedió aprobación papal al Cordón de Santa Filomena con diversas indulgencias plenarias si se llevaba puesto y acordó el título y privilegio de “archiconfraternidad” a la devoción filoménica en Francia. El papa San Pío X continuó la sucesión papal de promoción de la devoción de la Iglesia aprobando la extensión de la Archiconfraternidad de Santa Filomena a la Iglesia universal.

Más allá de un único acto papal por parte de Gregorio XVI, el Magisterio papal ha promovido repetidamente la naturaleza y el crecimiento de la devoción eclesial a Santa Filomena, en reconocimiento oficial de su estatus como santa, en liturgia pública y en sanciones devotas que se extendieron a la fe y vida universal de la Iglesia, e igualmente manifestando oficialmente características esenciales, litúrgicas y devocionales, de su estatus como santa tal cual lo define la Iglesia.

Testimonio Hagiográfico

San Jean Vianney, entre cualquier otro santo o beato, manifestó un testimonio expansivo de fe y testimonio documentado hacia la realidad de Santa Filomena y su profunda eficacia intercesora. El Cura, como quedó registrado en su proceso de canonización, atribuyó todos los milagros documentados en Ars como conseguidos a través de la intercesión de Santa Filomena; repetidamente habló de haber recibido apariciones de Santa Filomena; y directamente atribuyó su propia curación milagrosa de una grave enfermedad a su intercesión.

El testimonio y curación de la Venerable Pauline Jaricot por la intercesión de la joven santa mártir ha sido documentada. San Pierre-Julien Eymard fue curado de una seria enfermedad después de haberle recomendado Vianney rezar una novena a Santa Filomena. San Pedro Chanel, el primer mártir de Oceanía, rezaba a Santa Filomena y se refería a ella como su “auxiliar” en su apostolado misionero. El beato Damien de Veuster dedicó su primera capilla en Molokai a la joven santa. Santa Madeleine Sophie Barat invocó consistentemente a Filomena en las dificultades del establecimiento de sus sociedades, y atribuyó la milagrosa cura de una novicia moribunda a su intercesión.

La Beata Anna Maria Taigi, como está escrito en su proceso de beatificación, aplicó aceite que ardía frente a la tumba de Santa Filomena al ojo de su nieto, que había sido médicamente diagnosticado con una dolencia incurable en la pupila, y el ojo fue inmediatamente sanado. Otros santos y beatos que manifestaron veneración a Santa Filomena incluyen a Santa Magdalena de Canossa, Beato Bartolo Longo, Beato Annibale Da Messina, y Beato Pío IX quien; poco antes de su muerte, envió a Mugnano el cáliz presentado por él en la Federación Belga de Círculos Católicos en el aniversario de oro de su Episcopado como uno de los diversos exvotos papales enviados en honor y en gratitud a Santa Filomena.

La sabiduría inherente en la santidad personificada en las vidas de los anteriormente mencionados santos y beatos ofrece una sustancial confirmación de los decretos del Magisterio ordinario, que concedió devoción pública eclesiástica a la santa mártir. Vale la pena mencionar el significativo número de santos y beatos que inmediatamente participaron en la veneración de Filomena en la misma mitad de siglo en que fueron descubiertos sus sagrados restos, algunos anteriormente a cualquier afirmación de veneración pública en Roma.

Cabe hacer notar también la predominante importancia de la sobrenatural intervención de milagros en el proceso de canonización en la Iglesia. Sin los milagros documentados, una causa individual no suele avanzar más allá del estatus de “Siervo/a de Dios”, incluso con una clara evidencia histórica de una vida terrena llena de virtud heroica. La Iglesia pone su mayor énfasis para la canonización, junto con una esencial base histórica, el testimonio de Dios hacia la santidad del candidato a través de la manifestación de la intercesión milagrosa de esa persona. Fue entonces más que apropiado para Gregorio XVI dar mayor importancia a los milagros documentados por intercesión de Filomena que la historia de su existencia terrena a través de los criterios de aprobación de la Iglesia de establecer históricamente su martirio. La actual investigación en el caso de Santa Filomena debería seguir el mismo criterio que siguieron los papas Gregorio XVI, el beato Pío IX, León XIII y San Pío X.

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