Santa Cecilia
Una de las santas mártires más conocidas y veneradas a lo largo de la historia cristiana ha sido Cecilia Metela, Cecilia de Roma. Universalmente reconocida como patrona de la música, ya tenía una amplia veneración y reconocimiento por parte de la comunidad cristiana en el siglo IV de nuestra era. Pero, ¿sabemos realmente quién fue esta mártir tan reverenciada?
Partiendo de que no se conoce la fecha exacta de su martirio, a ello hay que añadir que sus actas, legendarias y sin la menor credibilidad histórica, fueron redactadas varios siglos después del marco propuesto para su muerte –entre los siglos I y III-; como suele suceder en la mayoría de casos. Por lo tanto es poco creíble la tradición, que nos habla de una encumbrada dama romana, prometida en matrimonio a un esposo al que no sólo convirtió al cristianismo, sino al que convenció de no tener trato carnal alguno, manteniéndose virgen pese a su condición de casada. Contempló el martirio de su esposo Valeriano y del hermano de éste, Tiburcio, antes de ser ejecutada ella misma, poniendo a disposición de la comunidad cristiana su casa y todos sus bienes. Parece ser que la asociación con los mártires Valeriano y Tiburcio se debe tan sólo a que ellos fueron enterrados junto a ella en las catacumbas donde serían hallados mucho tiempo después, por lo que la leyenda, aunque bella y edificante, no nos dice nada de la Cecilia histórica.
Para más inri, también su asociación con la música es totalmente errónea. Probablemente una mala traducción del pasaje "cantantibus organis illa in corde suo decantabat" llevó a pensar que era ella la que estaba tocando el órgano, lo cual es ridículo teniendo en cuenta que dicho instrumento no existía en la Antigüedad. En realidad, el pasaje parece aludir a que, mientras sonaban los instrumentos (¡no el órgano!) de música (en el día de su boda), ella cantaba al Señor en su corazón. Se ha querido arreglar este desastre poniéndola como cantora, o dándole instrumentos más propios de la época, como arpas o liras; pero lo cierto es que todo esto es pura inventiva y es muy poco probable que en la educación de una respetable matrona romana estuvieran incluidos el canto y la música, más propios de esclavos. Por último, hay quien propone que quizá organis hiciera referencia a los instrumentos, no de música, sino de tortura (“y mientras la torturaban, ella cantaba al Señor en su corazón”); lo cual es bellísimo, pero igualmente ridículo: a una matrona de su alcurnia jamás se la hubiera sometido a tortura, pues la ciudadanía romana la preservaba de ello.
En resumen, es muy poco lo que sabemos con certeza de una de las mártires más conocidas y omnipresentes en la cultura cristiana. Todo cuanto creemos saber sobre ella, no es más que una bella construcción romántica y piadosa de la época tardoantigua. Mientras tanto, nuestra pobre Cecilia sigue cargando con instrumentos de música allá donde va, y si no fuera por esto, quién sabe si haría tiempo que hubiera sido olvidada como tantas otras. Bienvenido sea, pues, tal error, y sigan invocándola los músicos, para que su memoria no se pierda.
Meldelen
2 comentarios
alma -
cecilia -
Tambien de Santos Guillermos que ese nombre es hermoso y es de vivo.