Martyrium: arrastre
Otra atroz forma de tormento y castigo era arrastrar a una persona por el suelo, atada a carros, colas de caballos, bueyes o asnos, y llevarla así por campo y ciudad hasta que se agotara la sed de violencia de quien solía concebir estos horrores. El cuerpo, que estaba desnudo y podía ir boca arriba o boca abajo, sujeto por manos, pies o cabellos, quedaba muy pronto lacerado y destrozado por la fricción violenta contra el suelo y el impacto contra piedras, esquinas o superficies duras. No se solía sobrevivir a ello, ya que constituía una auténtica carnicería, y el que salía de ello era inmediatamente rematado. Sucedió mas con frecuencia en el contexto de motines o linchamientos anticristianos.
Santa Quinta: (en la imagen) noble matrona alejandrina, que llevada por la fuerza a sacrificar y negándose a ello, fue atada a un caballo y arrastrada hasta destrozarla por las calles de Alejandría en Egipto. Como al final del recorrido aún respiraba, la remataron a pedradas.
Santa Bárbara: arrastrada primero por su padre y esclavos, fue luego perseguida y azotada por las calles de Nicomedia, en cuanto caía al suelo era arrastrada y golpeada hasta que se levantaba.
Santa Engracia: fue arrastrada por las calles de Zaragoza atada a las colas de dos caballos. El cuerpo quedó muy malherido pero se dio orden de detener aquella carnicería a tiempo para proseguir luego con diferentes tormentos.
Santas Justa y Rufina: las ataron por los brazos a la parte trasera del carro del gobernador y arrastradas así por la pedregosa Sierra Morena. Llevaban ya los pies destrozados por una previa exungulación y se desplomaron pronto, no pudiendo hacer el camino de retorno, por lo que las cargó el magistrado en su carro.
Santa Lucía: la tradición dice que se quiso conducirla a un lupanar para forzarla a la prostitución, pero que al no lograr moverla del sitio donde estaba le ataron varias cuerdas a diversos hombres fornidos y yuntas de bueyes, que tironearon para tratar de arrastrarla, lo que fue en vano.
En las supuestas revelaciones privadas que Santa Filomena hizo a una religiosa italiana, la mártir comentó que Diocleciano la había hecho arrastrar por las calles de Roma y que si sobrevivió a ello fue porque de noche fue sanada por ángeles en su celda, donde la habían arrojado para dejarla morir; pero como con todo lo que se relaciona con esta santa, ni es creíble ni vale la pena afirmarlo con rotundidad.
Respecto a santos varones, cabe destacar a San Saturnino de Tolosa, que fue atado a los pies de un toro furioso y arrastrado, de modo que se reventó el cráneo al golpearse contra unos escalones y murió enseguida. Esto probablemente se daría en más de un caso.
Meldelen
San Hermes, San Alejandro.
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TACHO JUAREZ HERRERA -