Martyrium: dolor de muelas
La dentadura, ese precioso mecanismo para alimentarnos tan útil como frágil, fue también víctima de atroces torturas a lo largo de toda la Historia. Al estar hechos de esmalte, los dientes son más delicados y se rompen con más facilidad que cualquier hueso, no era raro que se recurriese a destrozarlos para causar dolor, y hecho esto el daño era irreparable. Además desfiguraba la belleza de una sonrisa, aunque tampoco vayamos a creer que el mundo antiguo –y el medieval, y el moderno- estaba plagado de boquitas celestiales, la salud y la higiene dental son cosas del siglo XX y no antes, ciertamente.
Los santos que fueron torturados en la boca se invocan para los dolores de muelas y otros males bucales, pero la tradición quiso que esta intercesión se confiara únicamente a una sola Santa, la mártir Apolonia de Alejandría (en la imagen), que en todo caso no deja de ser una figura muy especial por sí sola.
La tradición nos dice que era una virgen de avanzada edad cuando, en el contexto del motín de Alejandría en tiempos de Felipe, fue torturada en la boca y quemada viva. El arte nos ha legado la imagen de diversos rufianes arrancándole los dientes con tenazas, pero sabemos por la carta de Dionisio de Alejandría que esto no fue así. A Santa Apolonia le destrozaron, no sólo los dientes, sino las mandíbulas y la parte inferior de la cara a golpes de piedra, lo cual es más horrible si cabe. Algunas versiones sostienen que ella era diaconisa y que probablemente habría predicado por la tumultosa Alejandría, sede de odios raciales y querellas religiosas, por lo que a juicio de aquellos salvajes, a cada golpe de piedra estarían castigando aquella boca que les había predicado. Otras versiones, menos creíbles, hablan de un juicio y de una sentencia a ser flagelada en la boca, por esto de la predicación, pero realmente estaba prohibido azotar en la cara y antes se sacaba un ojo que se rompía un diente de este modo. El dolor que debió experimentar sólo lo podemos imaginar, y palpar, sabiendo que antes prefirió arrojarse a una pira que exponerse a seguir siendo torturada.
Sin embargo, ella no fue la única mártir que ha padeció este horrendo trato. Así pues, a Santa Devota de Córcega también le rompieron los dientes y la mandíbula, probablemente a puñetazos, como sí que sabemos que hicieron con Santa Dorotea de Capadocia.
Del mismo modo, a Santa Julia de Córcega la abofetearon con tanta violencia que también le rompieron muchísimos dientes.
El padre de Santa Augusta de Serravalle dio orden que le rompieran a su hija los dos dientes delanteros, para destrozar su sonrisa y afearla para siempre. Esperaba así escarmentarla, pero fue en vano.
A Santa Febronia de Nisibe le rompieron diecisiete dientes durante el tormento, antes de que se desmayara. No está claro el cómo, es probable que usaran un cincel y un martillo para ir hundiendo y desprendiendo las piezas dentales como se labra una piedra.
La extracción de los dientes con unas tenazas sí que ocurrió en los casos de Santa Anastasia la Romana y a Santa Caritina. Pero en general este proceder era algo costoso y demasiado sofisticado, por lo que era más fácil recurrir a la violencia pura y dura.
Huelga decir que los dientes, al tener una función en el habla, al romperse, perderse (y pudrirse la boca, digo yo) influía notablemente en la capacidad para expresarse de una persona, lo cual tenía sus serias consecuencias en los procesos judiciales, sobretodo en la Edad Media, cuando no poder responder a las acusaciones por tener la boca destrozada, era como aceptar la culpabilidad.
Meldelen
1 comentario
Francisco Martínez Gómez -
Sobre el articulo Martyrium: dolor de muelas escrito por Meldelen
Antes que nada agradezco la oportunidad de poder hacer patente de ésta manera el efecto que el presente artículo ha provocado en un servidor.
La presencia de Santa Apolonia y su historia han sido la inspiración para que los hombres a través del tiempo dejaran evidencia en las bellas artes del impacto que les causa. En muchas de esas obras podemos encontrar que sus autores se dieron la licencia de modificar el instrumento de tortura alejándose del que se menciona originalmente recreando la escena acompañándola de tenazas de todos tipos e incluso martillos.
En cuanto a la "selección" de la tortura hay muestras claras en todas las épocas y que denotan en algunas situaciones la impotencia para callar a aquel que ha levantado la voz en contra de los que con la fuerza de su lado no encontraron otra "aparente" manera de silenciar al desdichado en desacuerdo.
¿Cuántas veces hemos escuchado que se puede acallar a los hombres pero no a sus ideales? Así que al no poseer la habilidad intelectual (y que conste que no he dicho la razón) para silenciarlas hay quienes ven en esas bocas el instrumento que les señala como lo que son, ni más ni menos.
De ésta manera, habría que contemplar que la boca como objetivo de tortura sería más que un lugar anatómico un símbolo que habría que suprimir, y que en su momento pudiera equipararse a cualquier medio por el cual la mente humana ha encontrado la manera de hacer llegar a otros sus pensamientos.
Magnífico artículo, invita a la reflexión como ha pasado conmigo y donde se hace gala del conocimiento profundo del tema dejando una clara sensación de haber encontrado una aportación valiosa al tema.
Atte.
Francisco Martínez Gómez
México