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La devoción a Santa Filomena (V) – Teorías acerca de la lápida (II)

La devoción a Santa Filomena (V) – Teorías acerca de la lápida (II)

Otra teoría acerca del orden de las losas fue postulada por Trochu, como se describe en el siguiente supuesto:

Una joven mártir está siendo enterrada. El loculus ha sido tallado en el modo acostumbrado, un poco más alto en la zona de la cabeza que en la de los pies. El albañil escoge dos losas que cree aptas para sellar la tumba. Rompe la más grande en dos piezas menores. Ahora tiene tres losas. Las deposita en el suelo y escribe la inscripción. Habiendo acabado esto, empieza a colocar las losas en su lugar. En este punto se da cuenta que debido a la diferencia de altura de un lado a otro de la tumba, la última losa, en la que él había escrito LVMENA, no es suficientemente alta para sellar la tumba. Cerrar un hueco de tres centímetros de ancho a lo largo de 57 centímetros era difícil. Ciertamente era una idea muy poco atractiva reescribir la inscripción entera. Su solución es cambiar el orden de las losas de modo que la losa más larga, que llevaba inscrito CVM FI, es colocada en la cabeza para cubrir el hueco más grande (a la derecha) y la losa más importante, la que lleva PAX TE escrito, es colocada en medio.

La plausibilidad de esta reconstrucción es manifesta, según Bonavenia, cuando las losas, actualmente en Mugnano, son examinadas. Las dos losas que supuestamente fueron partidas encajan entre sí perfectamente. No hay duda de que originalmente formaban una gran losa. Ninguna de las baldosas de la tumba de Filomena muestra ningún daño ni desequilibrio usuales en las losas que han sido reutilizadas (como en el caso de Noeti), signos que el propio Marucchi afirmó que estaban siempre presentes en caso de reutilización de losas. Es más, Bonavenia concluye que la idea postulada por Marucchi, según la cual FILVMENA fue cortada en dos y la losa PAX TE colocada en el medio, es insostenible.

Un argumento moral a favor de la autenticidad de la tumba de Santa Filomena fue ofrecida en un trabajo anterior de H. Leclercq. Él argumentó que las catacumbas en tiempos de Roma eran muy grandes, de acuerdo con la concepción cristiana de la inmortalidad. Tenían una extrema reverencia hacia todos y cada uno de los cuerpos cristianos, mártires o no. Fue por su esperanza en la gloria futura por lo que los cuerpos fueron tratados como especiales, dándoles su propio lugar de enterramiento; pero también por lo que estaba prohibido para los cristianos abrir una tumba, poner un cuerpo encima de otro, o profanar una tumba en cualquier caso. Ahora bien, si se acepta la hipótesis de Marucchi, se tendría que haber aceptado que:

a) el epitafio de una cristiana del siglo I llamada Filomena fue usado para otra tumba cristiana anónima en el siglo IV;

b) que la primera persona fue, en cualquier caso, extraída de su tumba;

c) y que esta persona fue retirada de la misma a pesar de que había estancias en las partes más bajas de las catacumbas esperando nuevos cuerpos.

¿Por qué razón los cristianos cometerían estos actos que estaban prohibidos como sacrílegos y contra toda tradición y creencia? Moralmente, no lo harían.

Un estudio arqueológico más reciente ha aportado mayor claridad respecto de las deficiencias de la teoría de Marucchi. El arqueólogo jesuita Fr. Antonio Ferrua, secretario de la Comisión Pontificia de Arqueología Sagrada y profesor de arqueología en la Universidad Gregoriana supervisó un examen de las losas y del yacimiento en la catacumba en 1963, llegando a la siguiente conclusión:

La hipótesis de Marucchi, según la cual las tres losas y su inscripción provenían de otra tumba y fueron selladas en la segunda con la inscripción desordenada es insustancial para ilustrar que el epitafio no se aplica a ella porque:

1.- Porque en ese caso hubiera sido posible observar en ellas algunas señales de la segunda aplicación con cal (en este punto, los examinadores han concluido unánimemente que sólo se selló una vez).

2.- Durante el proceso del primer al segundo uso, las piezas hubieran sido muy probablemente realizadas para los extremos de la losa de ladrillo. Dos, en particular, proceden de una completa y entera que ha sido partida en dos. Los bordes siguen teniendo intactos sus extremos y encajan perfectamente los bordes de fractura.

3.- Los bloques de mármol eran a menudo reutilizados (al ser un material valioso) pero no piezas de ladrillo, y menos si ya estaban escritas. En cualquier caso, donde hubiese deseo de evitar el peligro de un error, la precaución hubiese sido dar la vuelta colocando la parte anteriormente escrita hacia dentro (como suele pasar cuando se reutilizan planchas de madera). De este modo, la inconveniencia de colocar lo nuevo sobre lo viejo también se evitaría.

4.- Finalmente, sería realmente sorprendente e inusual que las tres baldosas reutilizadas procediesen de una única y la misma tumba anterior.

En conclusión, la hipótesis formulada por Marucchi se basa en una orientación abstracta, improbable, y contraria al proceder habitual de los enterradores en tiempos antiguos. Desde este estudio, sólidamente fundado en hechos, la hipótesis de Marucchi no puede ser aceptada como verdadera.

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