Santa Parasceve (o Venera), la predicadora
Pregunta: Qda. Meldelen, Como estas? Saludos desde Estados Unidos. Podrias falicitarme mas informacion acerca de esta fascinante santa, cuando te convenga o estes a gusto? Muchas gracias! Cuantas santas martires habran que fueron tambien predicadoras o diaconesas? Muchas gracias!
Respuesta: Hola, dices verdad cuando afirmas de que se trata de una santa realmente fascinante, a día de hoy no acabo de entender cómo sigue siendo tan poco conocida en la Iglesia universal. Los ortodoxos la conocen como Santa Parasceve de Roma, Gran Mártir (26 de julio) y los católicos como Santa Veneranda, virgen y mártir (14 de noviembre), cuyo nombre abrevian con variantes como Venera o Venerina. Son diferentes formas de llamar y días distintos en que celebrar a la que es, realmente, una única persona.
Esta Santa gozó de mucha popularidad en la Edad Media, se han llegado a escribir nada menos que ¡15 passios sobre ella!, y hasta un elogio, todos ellos entre los siglos XI-XVI. Algunos de estos textos, sin embargo, nunca han llegado a ser publicados entre los fieles. Por ejemplo, el autor de la passio más conocida de la Santa es un tal Juan, sacerdote de la isla de Eubea, cuya obra se conserva en el Museo Nacional de Nápoles. El resto, a excepción del Elogio que es obra de Jorge el Acropolita (s. XVI), son todo textos anónimos. Voy a narrar, pues, la tradición difundida respecto a esta Santa.
Era hija de Agatón y de Politia, un matrimonio griego residente en Roma (en algunas fiestas de Malta los padres a veces son representados junto a ella, dato curioso, dado que no son Santos) y les nació tras mucho tiempo de esterilidad y continua oración para tener un hijo. La llamaron Parasceve, que en griego significa “viernes” y también alude a la Pascua de Resurrección, según el relato, porque nació en la fiesta cristiana. La niña era de talante vivaz, atrevido y muy inteligente, y al crecer se volvió sensata y culta. Muchos la pedían en matrimonio pero ella los rechazaba, sintiendo que estaba llamada a algo grande. Sus padres murieron cuando ella tenía 26 años y entonces ingresó en una comunidad de vírgenes consagradas, pero lo que realmente deseaba era predicar el Evangelio y pronto obtuvo la autorización de la superior para marcharse. Tras hacerse famosa en Roma por sus predicaciones, decidió marcharse a Asia Menor y predicar en una ciudad llamada Therapia.
Allí fue detenida por orden de Antonino Pío, que estaba de campaña con sus soldados, y ante su rechazo a convertirse y dejar de predicar, fue torturada de diversas maneras: apaleada, azotada con nervios de buey, obligada a caminar sobre brasas, le arrancaron los cabellos… ante su fortaleza los paganos se conmovían y entonces el emperador mandó echarla a un caldero de aceite hirviendo, pero el líquido no le hizo daño alguno. Furioso, se acercó el césar a comprobar por qué sucedía eso, y entonces ella le salpicó, dándole en los ojos y quemándolo, de modo que se quedó ciego. Como diera grandes gritos y sus dioses no lo socorrieran, pidió ayuda a Parasceve, que conmovida, salió del caldero, escupió en el suelo, hizo barro con la tierra y se la aplicó al emperador a los ojos, que curaron inmediatamente y le fue devuelta la vista. El emperador, agradecido, mandó liberarla y que no se ejerciera más violencia contra ella. Parasceve siguió predicando el Evangelio hasta los 50 años –que entonces era ser casi una anciana- momento en que, desaparecido el emperador Antonio y subido al poder Marco Aurelio, perseguidor de cristianos, fue detenida, deportada a Roma, y ante su nueva negativa a dejar de predicar, decapitada. Sus discípulos recogieron el cadáver y le dieron digna sepultura, convirtiéndose su sepulcro en centro de peregrinación y lugar donde se operaban muchos milagros.
Alguna otra versión de esta passio, ya redactada en el siglo XIX (K. Dukakis, Atenas, 1893) añade muchas otras sesiones de tortura, diferentes prefectos y gobernadores, y hasta un dragón. Pero son todo fantasías. Lo que se sabe con ella con absoluta certeza histórica es bien poco: que fue una virgen romana martirizada en torno al año 160, en tiempos de Antonino Pío. De hecho, se ha podido documentar que en el siglo II existía en Roma un “monasterio” femenino y que una jovencita de esa comunidad se dedicaba a predicar el Evangelio al pueblo. Nada más ha podido demostrarse sobre ella, pero basta para autentificar su existencia.
La mayoría de las reliquias de la Santa se conservan en la catedral de Acireale (Sicilia), es muy venerada en el sur de Italia, Sicilia y Malta (en la imagen); donde siempre aparece como una virgen con el dedo alzado en gesto de predicar, y un crucifijo o una palma con tres coronas (por virgen, apóstol y mártir). Los ortodoxos la representan en sus iconos como una monja con un plato con ojos pintados, simbolizando así que para ellos es la patrona de la vista, por el milagro que obró con Antonino Pío. Conservan algunas reliquias en Tesalónica (Grecia).
Respecto a otras santas mártires que hayan sido predicadoras, la más conocida es Santa Tecla (23 de octubre) aunque en su caso mucho me temo que las referencias sean legendarias. Para ver sobre santas diaconisas, te remito al artículo de mi compañero: Santas Diaconisas
Meldelen
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