Santa Juana de Arco, analfabeta
Pregunta: Hola, me gustaría saber si tienes algún testimonio de alguna Santa, en especial de Juana de Arco. Algo escrito por ella. Gracias. Chile
Respuesta: Hola. La verdad es que de Santa Juana de Arco no tenemos ningún testimonio escrito, por una sencilla razón: ella no sabía ni leer ni escribir. Nació en una familia campesina de Domrémy (Lorena), y las gentes de su condición no tenían acceso a ninguna clase de alfabetización. Ella misma lo reconocía en los testimonios que han quedado recogidos de sus interrogatorios: “Yo no sé ni A ni B, pero en lo que toca a las labores del hilado ninguna mujer del pueblo me supera”.
En la Edad Media fueron poquísimas las mujeres que tuvieron acceso a la alfabetización, casi todas ellas religiosas que desempeñaban algún papel que requería para ellas el conocimiento de escritura, y aún así bien pocas (Santa Hildegarda de Bingen es un fascinante ejemplo). Además era frecuente saber leer y no saber escribir, y al revés, por raro que pueda parecernos. Y algunas hijas de la nobleza, desde luego, eran formadas para lectura de textos sagrados y para los profanos, pero siempre estuvo muy mal visto que una mujer empuñara la pluma, y tenemos bibliografía de sobra condenando esta actividad en las mujeres.
Volviendo a Juana de Arco, tenemos otro testimonio suyo de su no alfabetización en el momento en que le fue presentado el documento de abjuración con el que querían someterla. Viendo el papel ante sus ojos dijo: “Yo no sé leer”. Le instaron a que lo firmara e insistía: “No sé escribir”. Queda bastante claro, pues, de boca de la propia Juana, que como campesina e hija de campesinos, no había tenido la menor oportunidad de alfabetizarse. Circula por ahí una imagen que ha sido “vendida” como la firma de Juana de Arco (es la imagen que adjunto al artículo). Hay que tener en cuenta cómo se produjo esta firma: forzada a firmar el documento de abjuración, fue el escribano quien le sostuvo la mano y le dirigió para que la pluma trazara la palabra JEHANNE (Juana), por lo que aunque era la mano de ella la que sostenía la pluma, la caligrafía y dirección de trazo corresponde al escriba, por lo tanto, es falso que sea la firma de Juana de Arco: ni ella misma reconoció lo que había escrito. Es su nombre escrito por el escriba, para el documento de abjuración, que acabó rubricando con una X, esa sí, de su propia mano. Pero ni siquiera eso puede considerarse testimonio escrito.
Esta es la realidad de Juana de Arco. Respecto a otras Santas, desde luego que tenemos muchos testimonios escritos de ellas, especialmente las que ya pertenecen a la época moderna y contemporánea, cuando la furibunda condena de la alfabetización de las mujeres, aunque siguió, ya no pudo impedir que muchas se formaran desde este punto de vista. Así, tenemos numerosos escritos de Santas místicas, autobiografías, y demás producción literaria de mano de mujeres, religiosas y no religiosas, que por su nacimiento o por su profesión pudieron acceder al lujo de alfabetizarse. Por ejemplo, Santa Teresa de Jesús, formada en su juventud y cuya producción escrita, como poetisa y como mística, es simplemente exquisita. Pero en contrapartida destaca otra Doctora de la Iglesia, Santa Catalina de Siena, de la cual muchos no saben que también era analfabeta y dictaba de palabra lo que se ha considerado como su obra escrita. Y conforme nos vamos acercando a los siglos XIX y XX, ya casi todas las mujeres en Occidente –que no en el resto del mundo- han tenido, por fin, el derecho a una alfabetización completa. Hay mucha y muy extensa bibliografía de éstas (por ejemplo, Historia de un alma, de Santa Teresa de Lisieux, o los escritos personales de Santa Edith Stein) que puedes encontrar y conseguir fácilmente en cualquier librería o biblioteca; y cuya lectura siempre es muy recomendable, por la gran personalidad y rica espiritualidad que respiran y porque es la mejor forma de conocer a estas grandes mujeres.
Meldelen