Martyrium: desmembramiento
Si el catálogo de atrocidades hasta ahora expuesto no basta para abominar de la crueldad humana, faltaría ver la vergonzosa y terrible muerte que suponía ser desmembrado, es decir, cortado o desgarrado a trozos, para hacerse siquiera una idea de hasta qué extremos eran –y son- capaces de llegar las personas.
Existían diversos métodos para convertir en un destrozo de carnicería la maravillosa creación que es el cuerpo humano; uno de los cuales era la sierra. Algo tan brutal y repugnante como serrar a una persona por la mitad o a fragmentos no se dio demasiado en el occidente del Imperio Romano, sino que es una tortura originaria de Persia que se exportó a la India – que mantiene la memoria de muchos mártires sikh, cortados a cachos por no querer abrazar el Islam- y a las provincias orientales del Imperio. Naturalmente el resultado era la muerte, pero la más atroz y lenta, que no podemos imaginar. Lo padecieron pocas mártires, pero no por ello dejan de ser significativas. El horror e indignidad del proceso hace que muchos hagiógrafos inventen todo tipo de prodigios para hacer que la mártir salga ilesa, salgo algunas excepciones.
Santa Tárbula y compañeras: a esta mártir la veneran los ortodoxos con el nombre de Ferbuta. Fue una esclava en el harén de la emperatriz de Persia, que por cristiana fue serrada por la mitad, y con ella su hermana y otras cristianas cuyos nombres no se conservan.
Santa Teódota
Santa Calamanda: la tradición dice que su padre le hizo serrar los brazos para que no pudiera unir las manos en oración ni hacer la señal de la cruz. Como aprendiera ella a hacerlo con los pies, éste hizo dar orden de serrarla por la mitad.
Santa Fausta: fue metida dentro de una caja de madera de la que salían los brazos y piernas, y éstos serrados. La tradición dice, no obstante, que las sierras se rompían al tocar el cuerpo de la niña.
Santa Irene de Tesalónica: la tradición sostiene que al ir a ser serrada, un trueno resonó en el cielo, y el pretor, temiendo una desfavorable señal divina, mandó suspender el tormento.
Santa Eufemia: mismo caso que Fausta, sin embargo, al no ser herida por intervención divina, este tormento no ha trascendido en la iconografía, con excepción del pintor barroco español Zurbarán, que sí la representa portando una sierra.
Beata Apolonia Lizárraga: religiosa que, en el contexto de la Guerra Civil Española, fue serrada viva y sus restos arrojados a los cerdos. Sirva esto de ejemplo que muchas brutalidades que consideramos “cosas del pasado”, no lo son en absoluto.
Santas María y Gracia de Alzira
Santa Zlata de Maglene
San Tirso de Palas y San Quintin de Vermand: ambos aserrados.
El desmembramiento también se realizó en el occidente del Imperio romano, pero recurriendo a golpes de hacha, que fue el caso de las Santas Basilisa y Anastasia, de Santa Anastasia Romana, de Santa Cirila de Cirene y de Santa Febronia, descuartizadas progresivamente hasta rematarlas por decapitación.
En el caso de Santa Orosia parece que fue usado un alfanje –espada curva- árabe, que tiene gran contundencia, para amputarle manos y pies antes que la cabeza, aunque en algunas representaciones aparezca siendo serrada.
Pero sin duda la forma más atroz de desmembramiento era la que se hacía por tracción simultánea, es decir, tirando de los cuatro miembros a la vez para arrancar brazos y piernas de una sola vez. Esta atrocidad también es de origen persa y se usó en las provincias orientales del Imperio. Se ha aplicado especialmente a los traidores y se ha usado en Europa hasta el siglo XVIII. Especialmente conocidas son:
Santa Estefanía (Corona): fue atada de brazos y piernas a dos palmeras dobladas que, al ser soltadas, desgajaron su cuerpo en trozos. (en la imagen)
Santa Tecla: fue atada a cuatro bueyes a los que se azuzó para que corrieran en direcciones opuestas y la descuartizaran, pero según la tradición, los animales rehusaron obedecer.
Como excepción, es de justicia mencionar a la filósofa pagana Hipatia de Alejandría; que como consecuencia de un motín cristiano –al parecer alentado por San Cirilo de Alejandría- fue atacada por una turba de cristianos que la arrastraron, pisotearon, despellejaron y cortaron a trozos usando trozos afilados de cerámica rota. Cuando el prefecto Orestes, alumno suyo, mandó castigar a los culpables, se aludió por parte de la comunidad cristiana que practicaba la magia negra y que tabajaba por la perdición de los cristianos. En realidad, parece que Hipatia, mujer ilustrada y librepensadora, había rehusado abrazar la fe cristiana por considerarla demasiado restrictiva para sus ideales. La comunidad científica y filosófica la honra como mártir, y lo cierto es que ella representa el trágico cambio cristiano de perseguidos a perseguidores en un tiempo récord, que es injustificable se mire por donde se mire.
2 comentarios
claudia barcenas -
José María Cabrera -